El suflé de queso es uno de los grandes clásicos de la gastronomía de todos los tiempos, y prepararlo es mucho más fácil de lo que imaginas. Aquí tienes una receta sencilla y que siempre sale bien.

70 g de mantequilla
70 g de harina
500 ml de leche
5 huevos
200 g de queso rallado a tu gusto, mejor de sabor fuerte (perfecto un Parmesano rallado en polvo)
Sal, pimienta y nuez moscada

Antes de empezar precalentamos el horno a 180º.
Luego engrasamos un molde grande o unos pequeños moldes individuales tipo ramequín, de paredes rectas y altas y espolvoreamos con queso en polvo.
Hacemos una bechamel (ver receta) poniendo en un cazo al fuego la mantequilla. Cuando se funda, añadimos la harina y removemos bien con unas varillas. Vamos añadiendo la leche poco a poco, sin dejar de batir, hasta que tengamos una bechamel espesa. Salpimentamos y añadimos una pizca de nuez moscada. Reservamos.
Separamos las claras de las yemas y montamos las claras a punto de nieve con una pizca de sal.
Añadimos el queso rallado a la bechamel, mezclamos hasta que se integre y después agregamos las yemas de huevo, batiendo muy bien.
Por último, incorporamos las claras con ayuda de una espátula y movimientos envolventes.
Vertemos la mezcla en los moldes y llevamos al horno durante 25-35 minutos, hasta que estén dorados.
Servimos el suflé de queso inmediatamente. Ya sabes que el suflé se baja en cuanto se va templando hasta quedar muy plano. Hay que servirlo inmediatamente para que su textura sea esponjosa.